A vuelta con los paraísos fiscales.
Más presión política... y más dinero
Hace menos de una semana, el gigante de la consultora PricewaterhouseCoopers (PwC) avisaba a sus clientes que los tiempos de laxitud con las jurisdicciones no cooperativas se han acabado. "Dentro de muy poco, la opinión pública juzgará con una gran carga emocional el hecho de que las empresas estén pagando lo que deben pagar. Ya no será aceptable que no se pague la justa proporción de impuestos o que se utilicen cuestionables paraísos fiscales". La opinión pública se mueve y los gobiernos toman nota. El mismo Ejecutivo español no se vio dispuesto a que el hoy exministro José Manuel Soria siguiera en el cargo tras haber tenido intereses en una sociedad 'offshore'. En Malta, el impacto de los papeles de Panamá forzó elecciones anticipadas, y en Islandia todavía no se ha resuelto la crisis política suscitada por la caída de su primer ministro. En Pakistán, el jefe del Gobierno cayó más de un año después de la publicación de los primeros archivos de Mossack Fonseca, el despacho panameño protagonista de los 'papers' de 2016.
Más presión política... y más dinero
A nivel político, las investigaciones periodísticas sobre el mundo 'offshore' tienen incluso consecuencias menos visibles. Como reconocía Mohamed el-Erian, jefe asesor económico de la multinacional de servicios financieros Allianz, uno de los efectos secundarios de revelaciones de este tipo es que "los gobiernos empiezan a fijarse no solo en la evasión fiscal, sino también en la elusión". Dicho de otra forma, intentan cerrar los agujeros legales explotados por grandes fortunas y multinacionales, como era el caso de los acuerdos secretos —y, para su legislación, perfectamente legales— de estas últimas con Luxemburgo, desvelados por LuxLeaks. Tras esas revelaciones, en las que participó este diario, la Comisión Europea —así como varios estados miembros— ha puesto en el foco los trucos contables de Amazon, Starbucks y Apple, entre otras grandes compañías.
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