Ética y política de la deslocalización
Esta reflexión se hace oportuna a raíz de la reciente noticia sobre la deslocalización de la planta que la multinacional Reckitt Benckiser tiene en Gueñes - España y que de alguna manera ha suscitado un importante debate en el territorio. Esta, es parte de la opinión de una empresa que tiene toda la legitimidad para cerrar a su conveniencia una sede o planta productiva y trasladar su producción allí dónde es considerada más competitiva, siempre que cumpla con la legalidad vigente y no se esté lucrando de ayudas públicas (al parecer no es así en el caso de Reckitt). Las empresas quieren ganar dinero y es lógico que sea así, porque unos de los pilares que sustentan este sistema económico descansa precisamente en el interés empresarial por un beneficio, que es el que nos permite crecer y competir.
Precisamente este es el modelo en el que jugamos...
Las tradicionales ventajas en las que se ha basado esta competitividad industrial, ha empezando a no ser suficiente, pero a renglón seguido, pensamos que las empresas, los espacios de realización personal y de construcción social, son una institución importante de nuestra sociedad y su actuación debe estar inspirada, además de la legalidad, por la lealtad y la honestidad con la propia comunidad en la que realizan su actividad; una empresa puede decidir migrar a entornos más competitivos siempre y cuando, la lógica del mercado se imponga. Parece bastante razonable exigir en primer lugar, que una empresa informe principalmente a los trabajadores, pero también a sus proveedores, suministradores y al resto de su entorno, sobre sus planes de futuro; especialmente si éstos contemplan el trauma del cierre patronal. Como sociedad avanzada y seria, se tiene que dotar a las personas con capacidades suficientes para obligar a cualquier empresa a cumplir la totalidad de sus compromisos (con la legalidad y con la comunidad), para que un eventual cierre o traslado se produzca con el menor impacto posible para los implicados, principalmente los trabajadores.
Los planes de Competitividad y de apoyo a la Ciencia y la Tecnología recogen perfectamente estos elementos centrales y estos entienden que hay que apostar e impulsar nuestro sistema científico-tecnológico para que puedan surgir nuevas ideas que lleguen al mercado en forma de empresas competitivas del ámbito de las biociencias, las nanociencias, la electrónica avanzada y las energías alternativas. Llega el momento de apremiarles a que realmente apuesten por ello con todos los recursos necesarios y lo hagan, además, con todo el liderazgo y toda la potencia institucional de que sean capaces. Pensamos honestamente que es el único modo de conseguir que el eco del cierre de empresas se apague con el renacer de otras muchas y mejor posicionadas, que ofrezcan mejores condiciones sociales a sus trabajadores y estén más arraigadas y comprometidas con el territorio en el que se asientan y en la comunidad con la que conviven.
Comentarios
Publicar un comentario